miércoles, 28 de abril de 2021

REFLEXIONES TRAS CINCO AÑOS EN EL EXTRANJERO: EL VALOR DE VIVIR Y TRABAJAR EN OTRO PAÍS

 


Esta semana se cumplieron exactamente cinco años del inicio de mi actual andadura profesional en el extranjero. Cinco años fuera de España, casi una sexta parte de mi vida. Después de esta etapa estudiando y trabajando en Polonia, más otro medio año en Noruega, estoy en condiciones de sacar algunas conclusiones sobre mi experiencia, que pueden ser útiles para otros expatriados. 

Formo parte de ese numeroso grupo de jóvenes "milennials" que movidos/forzados por la galopante crisis en España, en algunos casos un cierto deseo de aventura y sus ambiciones profesionales, decidieron probar suerte en el extranjero.

En mi caso me convertí en expatriado directamente por relocalización, al recibir una oferta de empleo atractiva. En muchos casos, jóvenes profesionales o recién licenciados/graduados/doctorados hicieron las maletas, cogieron un avión y fueron a probar suerte, con resultados de todo tipo. Muchos de ellos eran aficionados a los viajes al extranjero antes de verse en esa tesitura de abandonar su país de forma permanente.

Viajar sin duda enriquece, culturiza, abre la mente, fortalece las habilidades sociales, ayuda a ser más organizado y un mejor planificador, pero está algo mitificado y sobrevalorado como algo que influye enormemente en el desarrollo personal. Algo que tengo que reconocer, aun siendo un viajero empedernido.

Yo veo más valioso para el desarrollo personal y profesional residir en el extranjero durante periodos de tiempo medios o largos. Adaptarse a otras formas de vivir y trabajar, aprender de otras formas de entender la vida, las relaciones humanas, el trabajo, la organización empresarial y la gestión del tiempo, apreciar más aspectos de la vida a los que en otras culturas se les da más importancia,  son solo algunos de los múltiples beneficios de vivir y trabajar en otro país.

Pero que nadie se engañe. Vivir en el extranjero está lejos de ser un camino de rosas. Programas de televisión como "Españoles en el mundo" han generado una falsa imagen del  joven expatriado/emigrante como alguien al que todo le ha salido muy bien; un triunfador, con una vida muy interesante y con pocas preocupaciones. Existirá tal expatriado pero no es el caso de la mayoría.

También los mismos expatriados somos culpables de generar esa falsa imagen, al compartir nuestras experiencias más positivas y ociosas a través de las redes sociales y no compartir todos los problemas, malos momentos y retos que nos hemos encontrado por el camino.

Ser expatriado/inmigrante no es fácil. Genera muchas frustraciones. Conlleva grandes esfuerzos. Y no sólo al principio de la experiencia, porque muchas situaciones difíciles aparecen con el tiempo. Buscar piso, resolver cuestiones burocráticas, solucionar problemas de salud, manejar cuestiones bancarias, hacer la declaración de la renta, intentar encontrar un mejor empleo, matricularse o pasar un proceso de selección para unos estudios. Por no hablar de crear y gestionar una empresa en el extranjero, ¡eso sí que tiene mérito!

En otro plano, las relaciones interculturales son muy interesantes, enriquecedoras y a menudo divertidas, pero no son fáciles: pueden generan enormes retos en el entorno profesional, así como en el personal. Los malentendidos y la falta de comprensión son frecuentes.

Por supuesto, hay países donde el esfuerzo necesario para salir adelante como expatriado es mayor que en otros. El idioma es aquí el elemento diferenciador. No entender el idioma local, tener dificultades para aprender el idioma local con rapidez, o no poder comunicarse en inglés como lingua franca con ciertos interlocutores puede generar mucho estrés, nervios, frustración y enormes pérdidas de tiempo.

Las circunstancias económicas de cada expatriado, tanto las de origen (enormemente influenciadas por la situación socioeconómica familiar) como las que aparecen en el lugar de destino, influyen también enormemente en la facilidad para poder afrontar los problemas que hay que superar para establecerse en el extranjero y salir adelante. 

Falta añadir, aunque pueda parecer un tópico, que el clima del lugar de destino puede suponer también un gran reto. Vivir en latitudes más septentrionales implica inviernos más largos, más fríos, más oscuros y muchas menos horas de sol al año que en España. 

Vivir en lugares con un clima depresivos durante gran parte del año tiene en realidad su lado positivo: en invierno te prestas más a la lectura y el estudio, y sobre todo,  aprecias cada vez más el sol y el buen tiempo, que disfrutas cada vez con más intensidad cuando llega. Sales al aire libre mucho más y lo disfrutas mucho más de lo que harías en tu soleado país.

Apreciar el buen tiempo es algo que se puede aprender de los polacos. Así como formas de aprovechar al máximo los recursos económicos disponibles de una forma inteligente (herencia de todas las penurias que han pasado), el deseo de mejorar cada día, cómo saber tomar las críticas,  una cultura del trabajo muy fuerte combinada con una cultura del ocio muy fuerte, cada cosa en su momento y de forma conciliada. Por no hablar de cómo comunicarse con otros con honestidad y de forma directa, para evitar problemas y malentendidos. Puntualidad, sobra decirlo. Hospitalidad. Valorar, apreciar, celebrar la historia y tradiciones de tu país y región.  

De los noruegos se puede aprender cómo construir relaciones laborales honestas basadas en la confianza, cómo tratar a todo el mundo de forma justa y a como valorar correctamente los méritos de un compañero de trabajo. Formas de organizar y planificar bien el trabajo.  También cómo respetar el medio ambiente; y cómo apreciar y disfrutar de las actividades al aire libre durante todo el año.  

Un expatriado también puede enseñar mucho a los locales con los que comparte horas de trabajo o tiempo libre. Un español, por ejemplo,  puede enseñar mucho a un extranjero sobre hábitos saludables de vida, cocina variada, rica y sana, optimismo, afrontar la vida con alegría, tenacidad, vivir con pasión y la vida social en grupo entre muchas otras cosas. Sin embargo, un expatriado nunca debería tener una actitud de superioridad nacional y cultural,  respecto al país de destino, como tampoco de inferioridad.

Cuando uno es expatriado es importante rodearse de gente local, así como de otros expatriados, con predisposición para ayudar, muchas veces esperando solo a cambio tu compañía. En mi opinión, las empresas deberían ofrecer también mucho apoyo y atención a sus empleados expatriados, y no tengo la impresión que así siempre  sea. 

Evidentemente, como más tiempo se pase con los lugareños más fácil será integrarse en el país de destino. No creo que sea malo pasar tiempo con otros expatriados, incluso de tu país, mientras no te aísles y te quedes encerrado en un gueto social. Allá donde fueres, haz lo que vieres tiene que ser tu estilo de vida cuando vives en el extranjero. 

Tampoco hay que obviar que en algunos países los locales serán más proclives a tratarte bien, integrarte y considerarte un ciudadano de primera que en otros, Un español no tiene el mismo estatus social  de partida en Polonia que en Alemania o en Noruega. Aspectos sociopolíticos pueden también influenciar notablemente tu experiencia como expatriado. 

Aun con todo, ¿merece la pena vivir y trabajar en el extranjero durante un largo de tiempo? Sin duda. Uno aprende de otras formas de entender la vida, se convierte en otra persona, se encuentra a sí mismo y su camino y, afortunada o desgraciadamente, ya no es ni de un lugar ni de otro.  

PD:

¿Cómo en España no se vive en ningún lugar? Verdad a medias. ¿Cómo en España no se trabaja tan mal, ni se come tan bien, ni se tiene tan buen clima y sanidad en ningún lugar? Puede ser.

Creo que los jóvenes expatriados españoles deberíamos intentar volver a nuestro país, y que nuestro país debería darnos motivos para volver. España no debería perder todo el potencial de sus profesionales (muchos de ellos brillantes científicos) en el extranjero. Creo que una de las claves, pasada por alto, del gran desarrollo de Polonia en la última década es el retorno de muchos polacos con fructíferas experiencias, conocimientos adquiridos e idiomas a su país de origen. Aunque siguen marchándose muchos por motivos económicos.

 A mi me gustaría ver a mi país dentro de una o dos décadas gestionado a nivel político, institucional, empresarial y universitario/investigativo por numerosos líderes de mi generación, que hayan sido expatriados durante largos periodos de tiempo y que no lo hayan tenido fácil.

Que si han obtenido becas para estudiar en prestigiosas universidades o si han logrado destacados puestos de trabajo ha sido gracias a su gran esfuerzo y habilidades, y no a los contactos o dinero de sus familiares y conocidos. 

Un soñador e ingenuo, lo sé. Nos vemos en España dentro de unos años, no sé cuantos exactamente. 

viernes, 9 de abril de 2021

CÓMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN PROFESIONAL EN UN IDIOMA EXTRANJERO

El primer gran desafío cultural que enfrenta todo inmigrante se centra en conseguir un empleo en el cual necesite usar, a tiempo completo, un idioma extranjero. De hecho, la ansiedad que el trabajador experimenta en un ambiente multicultural se considera inversamente proporcional al manejo que exhiba de una lengua que no es la suya.


Mejorar la comunicación profesional en un idioma extranjero

Mientras mejor se conozca un idioma, más seguridad y confianza se demostrará en los intercambios con colegas nativos que se comunican en esa lengua. Por el contrario, los inmigrantes con escaso dominio del lenguaje oficial del país de acogida se exponen a provocar malos entendidos culturales en la oficina y a empañar su desempeño.

A esto se suma la circunstancia propia de varios países, como Canadá, o las naciones europeas, donde el trabajo y los negocios se realizan en ambientes multilingües. El reto, entonces, reside en expresarse en un entorno profesional en más de dos idiomas.

Los perfectos bilingües no están exentos de enfrentar los choques culturales de origen lingüístico, ya que este tipo de desacuerdos surge, incluso, entre individuos que tienen un idioma común, pero provienen de diferentes países.

La explicación se halla en los distintos modos de hablar una lengua y las diversas connotaciones de las frases y giros idiomáticos por parte del receptor según su contexto cultural.

Una variedad de técnicas se puede poner en práctica para desarrollar una comunicación profesional más eficaz.

Al respecto, se enumeran once consejos útiles a continuación:

Marcar el ritmo y el tono de la comunicación

Expresarse con pausa y claridad es una manera educada, pero directa de enviar un mensaje a los que nos oyen: “Así es como quiero que se comuniquen conmigo”.

No vale la pena intentar hablar rápido o emplear un lenguaje familiar para convencer de un conocimiento óptimo del idioma. Al contrario, con un ritmo lento y un tono formal, los colegas valorarán los esfuerzos para conversar con eficiencia en su lengua y responderán en la misma dirección.

Construir frases sencillas y directas, que garanticen la precisión

Un consejo siempre útil para quien comienza a desenvolverse laboralmente en otro idioma es construir frases simples, obviando incisos y términos rebuscados. En la comunicación oral y escrita deben prevalecer los verbos sencillos, frases activas, palabras fáciles de pronunciar y de uso común.

Al solicitar o dar instrucciones hay que preferir la concisión y exactitud. Por esa razón, las siguiente expresiones: “tan pronto se pueda”, “a su mejor criterio”, y “según corresponda”, se caracterizan por su indefinición y variadas especulaciones conforme al contexto lingüístico-cultural.

No obstante, es posible lograr la precisión en enunciados similares a estos: “El informe debe entregarse en tal fecha y a tal hora”; o “Específicamente, ¿Cómo desea que se maneje esta situación?”.

Huir de las expresiones idiomáticas informales

Los modismos y usos idiomáticos locales representan la parte más difícil de dominar en una lengua extranjera.

Eliminarlos de la comunicación profesional es fundamental para eximirse de confusiones y errores. De igual forma hay que erradicar los dichos jocosos (chistes) o soeces, aunque los colegas los empleen.

 

Indicar las ideas que no se han entendido

Resulta normal que en los primeros tiempos haya instrucciones o ideas que no se entiendan a la perfección. Se recomienda, en estos casos, pedir una aclaración inmediata. En el ámbito profesional deben clarificarse todos los conceptos.

Quizá, al principio parezca vergonzoso, sin embargo vale la pena cerciorarse en aras de la eficiencia laboral.

Verificar si te han comprendido

Así como se considera pertinente pedir aclaratorias, es casi una obligación ofrecerlas. La comunicación efectiva en un idioma extranjero semeja un camino de doble vía: uno entiende y debe hacerse entender.

Una estrategia profesional para saber si el destinatario ha comprendido lo expuesto se basa en solicitarle que resuma lo que ha retenido de la conversación.

Asimismo, uno se da cuenta de que el otro ha comprendido, si presenta la idea original con distintas palabras. Unas frases útiles pueden ser: “Dicho de otra manera, lo que se espera…” o “La clave de esta instrucción es…”.

Ejercitar la paciencia

Parece una simpleza decirlo, no obstante, un principiante en una lengua extranjera necesita cultivar la paciencia. De ahí que no se debe tomar como una ofensa personal o insulto si el oyente no entiende y pide con frecuencia que le repita lo planteado.

Además, con genuina tolerancia hay que esforzarse por aceptar y acostumbrarse al acento de los nacionales, el cual difiere de los estándares aprendidos en las escuelas de idiomas del país de procedencia.

Ese es el caso del “québécois”, el francés hablado en Quebec, la provincia francoparlante de Canadá, que dista mucho del usado en Francia.

Una situación similar ocurre con el inglés generalizado en ciertas zonas de Estados Unidos, como los estados del Sur; o el inglés australiano o el que se habla en Nueva Zelanda, cuyos modismos y expresiones locales suelen ser de difícil comprensión hasta para angloparlantes de origen.

En sintonía con lo anterior, se cita el español de España, salpicado de términos y expresiones tan locales, que a menudo escapan a la comprensión de los latinoamericanos.

Por último, la paciencia también hay que tenerla con el resto de los otros inmigrantes, quienes agregan a la ya compleja situación laboral sus propios acentos y expresiones.

Preferir el usted

Tutear o no es una decisión complicada. Cuando la comunicación se efectúa en inglés desaparece cualquier vacilación; mientras en las lenguas romances (francés, portugués, italiano, español, etc.) se generan dudas en la elección de una u otra forma.

¿Debo tutear a mis colegas? ¿Conviene distanciarme y tratar de usted a mi cliente? Mi jefe me tutea, ¿debo yo darle idéntico tratamiento? En algunas sociedades se prefiere la comunicación informal y el tutear al interlocutor se aprueba como una manifestación de confianza. Estados Unidos, Canadá y Australia son modelos de informalidad en el trato laboral.

En cambio, en otros pueblos, este comportamiento se califica como una terrible descortesía, que incide negativamente la percepción sobre el trabajador. Por ejemplo, los europeos se distinguen por la utilización sistemática del usted, incluso en circunstancias que pudieran parecer extremas, como entre amigos y familiares.

De modo que, para apartar los riesgos se aconseja emplear el usted, a menos que el interlocutor expresamente demande lo contrario.

Armonizar el tono de la comunicación con el medio

Cuando se trabaja en un entorno multicultural y multilingüe se recomienda especial cuidado al escoger el canal de comunicación con la forma y el tono convenientes. Por ejemplo, no toda la información se debe transmitir en un correo electrónico, puesto que ciertos mensajes se expresan oralmente y en contacto directo con el destinatario.

Cada recurso (correo electrónico, teléfono, videoconferencia, chat, etc.) encierra su propia ejecución comunicacional y cuando se usa un idioma extranjero, a veces se dificulta entender la dinámica de determinada cultura. Por ende, prudencia, paciencia y sentido común constituyen los mejores aliados del inmigrante.

Evitar ponerse en desventaja

En el medio laboral el inmigrante debe abstenerse de mencionar sus limitaciones idiomáticas como un pretexto para evadir ciertas responsabilidades o desafíos. Es más, pedir a cada paso excusas en el “uso defectuoso de la lengua” pudiera ser mal interpretado por los colegas y supervisores.

De modo que la mejor salida con la que se cuenta se fundamenta en el fortalecimiento de la confianza necesaria para entender que cada día se incrementará el dominio del nuevo idioma, pues “la práctica hace al maestro”.

Por lo tanto, se parte de la convicción de que el perfeccionamiento de una lengua extranjera se logra, precisamente, practicándola en un contexto real, como el sitio de trabajo. En suma, salir del aula de clases y hablar a diario en la oficina el idioma aprendido, hará la gran diferencia.

En Roma, hacer como los romanos

Una buena práctica conlleva respetar y tomar para sí las convenciones y formalidades lingüísticas de uso diario, es decir, adoptar las frases de saludo y despedida de los nacidos o establecidos en el lugar, sobre todo si ellas corresponden al lenguaje formal y no al familiar.

Se considera igualmente útil estudiar y utilizar los modelos de otros empleados en la configuración de los textos, como los encabezados y cierres de las cartas o correos electrónicos.

En algunas corporaciones la comunicación por escrito se caracteriza por su formalidad y se reglamenta de ordinario a través de manuales de estilo, los cuales conviene examinar con atención y acatar.

Los trabajadores más jóvenes, pertenecientes a la llamada “Generación Y” o “Millennials”, impregnan de informalidad el ambiente laboral corporativo.

Esto se evidencia particularmente en las empresas de tecnología, las cuales abundan en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Pese a esa tendencia, en ese sector el trato formal se reserva únicamente para clientes o público externo.

Consumir cultura popular en el nuevo idioma

Se aconseja mantenerse informado sobre la actualidad noticiosa, cultural, deportiva y de entretenimiento de la comunidad donde se vive. Además, aprenderse los nombres de los líderes y personalidades locales, de los actores y deportistas.

A la par, conocer los programas de televisión populares, leer diariamente la prensa y, si es posible, suscribirse a publicaciones locales. Estas sugerencias, sin duda, ayudarán a entender las referencias culturales que hagan los colegas durante las charlas de trabajo y estimularán el aprendizaje de expresiones, modismos y términos que irán poco a poco haciendo sentir al inmigrante en casa.